Santiago, 07 de enero de 2021.-
La escuela Especial Quillahue tiene como objetivo proveer acceso al currículo nacional a
los estudiantes con necesidades educativas especiales; en nivel parvulario, básico y con
talleres laborales. Para lograrlo, disponen de servicios, recursos humanos, técnicos y
conocimientos especializados para atender las necesidades especiales de sus estudiantes
derivadas de una dificultad específica de aprendizaje.
De acuerdo a lo que expresa su directora, Julia Ramos, la escuela funciona como cualquier
otro establecimiento del territorio: horarios de clase establecidos, objetivos trazados,
trabajan en base a un PME, etc, metas que son trabajadas junto a un importante equipo
profesional compuesto por docentes, kinesiólogos, terapeuta ocupacional, fonoaudióloga,
psicóloga, asistente social y colocadora laboral. No obstante, Julia reconoce que,
“claramente como escuela tenemos particularidades, es innegable, nuestros 128 niños
tienen deficiencia intelectual moderada y severa, con distintos síndromes y distintas
enfermedades también, ya sean asociadas a su síndrome o a su contexto de salud. Ellos
tienen un proceso de aprendizaje, como todos los estudiantes, a su ritmo, que es otro,
está más marcado, es más lento, tienen otras pausas…”
Con la irrupción de la pandemia por Covid19 y la puesta en marcha de la educación
remota, la escuela Quillahue se organizó para entregar el servicio educativo a cada
estudiante considerando cada una de sus condiciones de aprendizaje. Respecto a esto,
ramos indicó, “partimos organizándonos como escuela dividiendo un poquito el liderazgo,
así que delegamos responsabilidades. Nos dividimos y eso ha permitido una mejor bajada
de información, mejor convivencia, mejor adaptación de los lineamientos generales del
establecimiento, porque se van bajando a este grupo de liderazgo. Al principio fue así,
fuimos dejando evidencia y organizando las clases a través de guías de aprendizaje y eso
nos permitió ir acertando. Primero, la guía se enviaba a través de Facebook o a través de
todas las redes que podíamos alcanzar y luego, nos fuimos ordenando y terminamos más
o menos por mayo junio con una plataforma totalmente gratuita que nos permitía hacer
una copia del material, donde podían ingresar tanto los docentes y los profesionales,
como los apoderados y los estudiantes. Luego, nos ordenamos en lo que es la evidencia de
aprendizaje de los estudiantes. Primero avanzamos en lo que son las guías de
aprendizaje, luego pasamos a los seguimientos de los aprendizajes, cuál era el impacto,
porque una cosa es que te reciban los materiales y lo otro que te lo devuelvan hechos.”
Este periodo no estuvo exento de problemas, pero con el pasar de las semanas, fueron
controlando las situaciones más complejas, como detalla su directora, “el tiempo de clase
tuvo dificultades, porque generalmente nos conectamos por celular con los estudiantes y
su familia, muy pocos tienen computadora, así que de ahí vino la programación d semanal
de los profesores con las guías como evidencia de aprendizaje de los niños. Con las guías
empezamos hacer un seguimiento más acabado cada semana, lo que nos permitía
visualizar como íbamos. Luego vino la planilla de seguimiento para los aprendizajes,
así que ahí pudimos clasificar a los estudiantes. Con esto, levantamos un grupo para
atender los nudos críticos y de ahí en adelante nos fuimos con mucho orden y el segundo
semestre fue mucho más organizado, equilibrado, de cumplimento de metas de
organización.”
Pese a la “lejanía” que imponía el trabajar a distancia, Julia Ramos, a modo de cierre,
rescata una gran fortaleza que se dio en la escuela, señalando, “Ha sido un año
muy difícil, pero se ha ido generando un vínculo, los profesores fueron logrando
un vínculo pedagógico con el apoderado, la convivencia escolar a través de la dupla
psicosocial fue creando el otro vinculo, que era el informativo respecto al Covid, sobre
cómo actuar frente a esto, los beneficios que podían obtener las familias. La asistente
social conversó con todos los apoderados, a quienes teníamos clasificados por los de
mayor necesidad, los de mayor conectividad de aprendizaje, menor requerimiento de la
dupla psicosocial, etc.. Ese aporte, dado el contexto escolar nuestro, porque muchos de
nuestros niños en un año escolar normal tienen crisis, crisis de conducta, de ansiedad,
ataques de epilepsia, también se dio que ellos brindaban apoyo en esos casos. También
entregamos contención emocional hacia los niños y obviamente esto se liga a los
apoderados, porque un niño con problemas de conduta en el hogar, por ansiedad, por
encierro, afecta a toda la familia, así que en esto, la dupla psicosocial tuvo un impacto
muy grande. El psicólogo trabajaba con un promedio de 40 – 45 alumnos de manera
individual, con un seguimiento primero de atención a la crisis y luego entregando
herramientas. También tuvimos el grupo de refuerzo del vínculo formado por los
asistentes de la educación, quienes apoyaban a las duplas. Ellos llamaban para saludar,
<<Aló, cómo está, cómo está la salud, su han estado conectando..>> conectando super
estructuraditas las conversaciones pero ellos permitieron bajar un poquito el nivel
de exigencia de la dupla psicosocial y mantener el vínculo con con toda la familia.”