18 de octubre de 2019

El trabajo en redes de apoyo entre los establecimientos que conforman el Servicio Local de Educación Pública de Barrancas (SLEPB) ha sido una de las prioridades del quehacer de la institución. Directores y directoras de las salas cuna, jardines infantiles, escuelas y liceos del territorio se reúnen cada cierto tiempo para compartir buenas prácticas, experiencias y conocimientos.

En este contexto, el director de la Escuela Paulo Freire, Dorian Tobar, realizó una charla de neuropedagogía para los/as directores/as de las escuelas que son parte de la Zona C del SLEPB, y compartió con sus colegas los conocimientos que ha adquirido en el diplomado en neuropedagogía que está estudiando en CreActiva, instituto con especialidad en dicha materia.

“Nosotros tenemos que hacerles el camino más fácil a nuestros/as estudiantes y salir de la lógica tradicional de educación. Debemos desarrollar las habilidades a través de la emoción, respetar los diferentes estilos y ritmos de aprendizaje, para ello es fundamental que los estilos de enseñanza de los profesores se adapten al medio ambiente de nuestros/as estudiantes. A eso viene la neuropedagogía, a enseñarnos que todos los niños y niñas son inteligentes, y a que somos los/as docentes quienes debemos mediar los aprendizajes que ellos/as traen. Nunca se debe dejar de trabajar la creatividad, hay que tomar distancia del negacionismo y comprender que el desarrollo cerebral es hasta los 27 años”, indicó.

Dentro de los aspectos más relevantes a considerar, comentó que la primera infancia es lo inicial, es la etapa donde los niños/as más absorben conocimiento, por ello hay que dejar de lado el negacionismo, para que los niños y niñas desarrollen al máximo su creatividad a través del juego, para que aprendan a desenvolverse en el entorno y a ser persona.

Para lograr este cambio paradigmático Dorian Tobar considera necesario enfocarse en los diferentes estilos de aprendizaje, construir entornos resonantes, colocar reglas a través de consignas positivas evitando el “no se puede”, hacer recreos cerebrales, mejorar la comunicación entre estudiantes y docentes para que se enseñe desde la emoción y el afecto, trabajar el desarrollo integral de manera real, potenciar el juego en todas las etapas educativas para que se desarrolle la creatividad, entender que una buena convivencia solo será posible si hay un objetivo claro y común por el cual trabaje la comunidad educativa de manera empática, y finalmente, derribar los mitos que dicen que la concentración dura solo 20 minutos, ya que eso solo dependerá del ritmo de la clase.