Santiago, 27 de julio de 2020.- El jardín Pedro Lira se ubica en la zona rural de Pudahuel, lo que permite a su comunidad estar en contacto directo con la naturaleza. Lo anterior, motivó a su directora, Mónica Guerra, a mantener las tradiciones rurales, como la siembra y cosecha, cuidado por los animales, etc., pero dando un sello particular: incorporar la educación ambiental para fortalecer los valores del mundo rural. Fue en el 2012 cuando se percataron de que el entorno de sus espacios de aprendizaje estaban rodeados de basura, hecho que utilizaron como “oportunidad” para concientizar a la comunidad sobre cómo ellos podían contribuir a un entorno más limpio y saludable, dando inicio a los primeros trabajos en materia ambiental.  Las ganas de trabajar esta temática fueron tan grandes, que en el año 2015 comenzaron a generar alianzas con distintos actores locales, como empresas, para iniciar proyectos como manejo de residuos, economía circular, compostaje, los que le permitieron, en el 2016, iniciar un trabajo directo con el Ministerio de Medioambiente y obtener la Certificación Ambiental Escolar (SNCAE) de Excelencia por cuatro años.
Tras un largo andar, han visto con orgullo lo beneficioso que ha sido para sus estudiantes el estar inmersos en la materia, “con el tiempo nos hemos dado cuenta que la naturaleza entrega muchas herramientas para favorecer los aprendizajes en los más pequeños. Les permite ser más conscientes de su entorno, entrega valores como el respeto, favorece el autocontrol y en la medida que se generen impresiones sensoriales con el entorno, se van formando niños más maduros emocionalmente. El Jardín tiene bastante áreas verdes, entonces eso permite a los niños descubrir, tocar, tener sensaciones, y esos aprendizajes se los está entregando su entorno, el medioambiente, a diferencia del resto de los niños que se están formando solo con tecnología, privándolos un poco de todo esto.”

En relación a los proyectos en ejecución, destacan los huertos, uno medicinal denominado “Semillero Infantil” y otro vegetal llamado “Vegetales al rescate”. El objetivo es que los niños/as comprendan que el cuidar la tierra permite tener vegetales que propician una alimentación saludable. También trabajan la lombricultura, la que se orienta a reducir los desechos domiciliarios, y en este caso, utilizan los desechos vegetales de los almuerzos de los estudiantes. Lo importante de cada uno de los trabajos realizados, es que se integran las familias y toda la comunidad aledaña al jardín, como en las cicletadas, actividades de reciclaje, entre otros, siendo reconocidos incluso por ser los únicos “recicladores” de plástico del sector, denominación que se han ganado gracias a las intervenciones urbanas que realizan en el barrio, en las que recolectan botellas plásticas a cambio de almácigos que producen en su huerto.

Durante el periodo de cuarentena, han mantenido el trabajo “ecológico” gracias al trabajo de la “Chica Verde”, personaje que enseña a los niños respecto al cuidado del entorno y les entrega iniciativas para que ellos realicen en sus casas. Dentro de la planificación semanal de contenidos, incluyen actividades medioambientales, por ejemplo, esta semana la Chica Verde enseñó a las apoderadas sobre cómo manejar los residuos domiciliarios en una compostera.

Para finalizar, la directora hace un llamado a los establecimientos del territorio a atreverse a iniciar una educación sustentable, indicando que “enseñar sobre el medioambiente promueve aprendizajes súper significativos en los estudiantes, potenciando seres humanos con consciencia, valores como el respeto, la autonomía; formando a personas que van a ser parte de una generación que van a enfrentar los cambios que la humanidad está viviendo y para eso es imprescindible que todos trabajemos estos lineamientos, desde la educación parvularia a la media”.